Ceuta, 24 de febrero de 2025.
Esta noche he tenido un sueño que me pareció muy real y que suponía un cambio en mi actividad laboral. Esta mañana el cielo ofrecía una imagen bellísima. Con el fondo celeste, finos velos nubosos derramaron increíbles tonalidades rosaceas y violaceas. Tal era la belleza que observé en el cielo que hice una parada en el helipuerto para tomar algunas fotografías.
Al llegar a las inmediaciones de mi instituto atisbé una pareja de bulbul naranjero cantando en las ramas secas de un plátano de sombra. Sentí que iba a ser un día especial, como si hubiera llegado la primavera o se anunciara un acontecimiento importante en mi vida.
En el móvil leí la siguiente frase de P.D. Ouspensky: “solo unos pocos tienen interés en usar esta vida para desenterrar su esencia y desarrollar el alma. Muchos mueren como llegaron”.
Buena parte de la mañana la he pasado en la fortaleza del Hacho con mis alumnos/as de patrimonio cultural. El día se había estropeado un poco, si lo comparamos con el amanecer del que habíamos gozado.
Pensaba que mi intuición de que hoy recibiría una señal de la llegada de la primavera era pura fantasía, pero al mediodía me citaron para hacerme una entrevista televisiva sobre la denuncia que realizamos sobre el impacto de determinados trabajos forestales acometidos en García Aldave.
Quedé con la periodista a las 17:00 h en la Plaza de África y al vestirme paa acudir al punto de encuentro me asomé por la ventana y vi un cielo bellísimo que me animó a acudir a un lugar alto para contemplar el atardecer.
Pensé que un sitio ideal sería el monte de la Tortuga y hasta aquí me he dirigido. La sorpresa que confirmaba mi intución ha sido encontrarme con una preciosa abubilla o gallo de marzo que gentilmente se ha posado en un árbol cercano para que pudiera fotografiarla.
Luego he subido hasta la misma Tortuga y me he sentado a escribir atento al descenso del sol tras el Atlante dormido. No menos pendiente ha estado de mí una mariposa “Vanesa de los cardos” que, poco a poco, se ha ido acercando hasta donde yo estaba sentado y se ha quedado un rato mirándome fijamente.
La temperatura es primaveral y la sensación de confort se incrementa al estar sentado sobre un piedra calentada por los cálidos rayos solares de la tarde.
Soy de testigo de cómo al caer el sol la larga sombra de la noche avanza sobre Ceuta desde Occidente hasta Oriente. Al esconderse tras el Yebel Musa, el sol perfila la silueta de la sierra del Hauss y el de la costa peninsular.
De repente siento un silencio sepulcral que hace callarse hasta el viento. Yo espero, expectante, algún acontecimiento inesperado o un pensamiento inspirado. Y es entonces cuando el velo de nubes que cubre el rostro del Atlante se descorre y de su boca sale un aliento dorado.
A las 19:00 h se oye el toque de las cornetas justo en el momento en el que desaparece el sol tras el Yebel Musa. Yo voy dando vuelta alrededor de este Axis Mundi que se erige sobre el monte de la Tortuga. Me quedo embelesado con la tonalidad rosacea que se extiende por el todo el círculo mágico que rodea y protege a Ceuta. Según pasan los munutos la franja rosacea se ensancha y entre ella y el mar surge una banda azulada que parece desteñirse del mar.
Los colores se repliegan hacia el Atlante, como si el titán hubiera un orden expresa de retirada inmediata de su luminosa y colorida tropa. Quiere toda la belleza para él, celoso de su amada Ceuta, que se une a él personificada en Venus.