Ceuta, 6 de junio de 2025.
Tenía ganas de que llegara este día. El último mes lo he tenido repleto de acontecimientos, entre ellos la jornada sobre rituales funerarios islámicos en la Ceuta medieval, la gala de graduación del IES Almina y la organización del viaje de estudios a Sevilla con los alumnos/as de 4º ESO.
Regresamos de Sevilla ayer por la noche, después de tres días muy intensos de visitas culturales y de diversión en “Isla Mágica”. He llegado bastante cansado, pero al mismo tiempo aliviado al finalizar este mes. Ahora queda concluir el curso con la vista puesta en las vacaciones de verano. Unos meses que quiero aprovechar para avanzar en la redacción de la tesis doctoral sobre los talismanes antropomorfos y para publicar en mi página web los escritos del último año.
Ahora estoy en el mirador de San Antonio contemplando el atardecer. Una densa calima se extiende por todo el espacio del círculo sagrado del Estrecho de Gibraltar. Esta calima está provocada por los incendios forestales en Canadá. El humo de estos incendios han cruzado el océano Atlántico generando un filtro natural que tiñe de rojo el sol en el alba y en lo ocaso. Pude verlo el pasado martes cuando salimos del hotel en dirección al restaurante para la cena. A todos nos llamó la atención el color rojo del sol y estuvimos discutiendo si era el sol o la luna. Gracias a la brújula pudimos salir de dudas y determinar que se trataba del sol.
Desconozco si hoy se repetirá el mismo fenómeno, pero aquí estoy para salir de dudas. Aún queda una media hora para el atardecer.
No sopla nada de aire, apenas una casi imperceptible brisa de poniente. Hace calor debido a la ausencia de viento, algo inusual en este punto elevado de Ceuta. Puede que esté sugestionando, pero me parece que huele a madera quemada.
Un grupo de vencejos vuela sobre el mirador de San Antonio y las gaviotas se arremolinan en la bocana del puerto.
Los grillos comienzan, al caer el día, su melodía estival. No sé si finalmente el sol se tornará rojo, pero durante todo este rato el ambiente se ha vuelto dorado.
En los últimos diez minutos del atardecer, el sol y el aura que lo rodea adquiere un matiz rojizo.
El sol se ha escondido tras las cumbres de Tarifa proyectando un haz de luz vertical cada vez más apreciable y de mayor altura.
El fuego del ocaso permanece activo durante un rato extendiéndose la llama por todo el horizonte occidental. Lejos de apagarse el incendio del cielo es cada vez más apreciable.