Ceuta, 28 de julio de 2025.
Hoy he vuelto a salir temprano de casa para contemplar el amanecer. Antes de salir me he asomado por la ventana y he comprobado que el día estaba despejado. Ya en la calle he divisado a la bella y brillante Venus y algo más abajo a Júpiter. A pesar de la intempestiva hora, propia de la noche, ya empezaba a clarear el día de manera sutil detrás del Monte Hacho. Por su parte, en el horizonte, una amplia franja entre anaranjada y rojiza se extendía por oriente.
El aire era cálido. No obstante, en una curva cerrada se escondía una bolsa de aire frío perfumado con las fragancias de las hojas secas.
Apreté el paso para captar la imagen de Venus y Júpiter en el oscuro firmamento. Andaba a toda prisa con la esperanza de que la incipiente luz solar no borrara el brillo de ambos astros.
Justo a las 6:55 h empezaron a cantar las chicharras y las aves. El arrebol se iba concentrando en un sector del horizonte. Sobre su marcada curva se apreciaba una delgada banda verde que se intercalaba entre el azul del mar, el rojo de las nubes, el dorado del sol y el celeste del cielo. Parecía que el elixir verde de la naturaleza se había vertido sobre el mar por un descuido de los dioses. Por fortuna, disponían de suficientes provisiones y la naturaleza recuperó al amanecer su colorido verde.
El sol, según emergía del mar, dibujaba extrañas formas, pues una misteriosa línea deformaba la redondez del sol para ofrecer la imagen de un tabernáculo dorado, un bote de salvamento o una seta.
Después de disfrutar del singular amanecer de hoy he bajado a la Sirena de Punta Almina, donde he dedicado un rato a probar la máquina fotográfica de mi padre. La mía se estropeó el pasado jueves al golpearse y mojarse mientras fotografiaba el ocaso. Poco a poco le voy cogiendo el truco recordando lo que mi padre me fue explicando las veces que salimos juntos a tomar fotografías. Pienso que no ha sido casual que el mismo día que me acerqué a visitar la tumba de mi padre me ocurriera el accidente que malogró mi máquina fotográfica. Mi padre desea que utilice la suya y aprenda a sacarle todo el partido.
He buscado un buen lugar a la sombra para escribir y lo que he encontrado entre los mojones rectangulares que marcan el camino a la Sirena de Punta Almina. Desde aquí contemplo el Estrecho de Gibraltar. El viento ha rolado a poniente encrespando la superficie marina y desprendiendo las hojas de los eucaliptos. Éste es un buen lugar para escribir y observar a los cernícalos volar y cazar chicharras.